Mensaje con motivo del quinto aniversario de Laudato Si ́

¡YA ES LA HORA!

REPAREMOS LA CASA COMÚN

Comisión CLAR de Ecología Integral

Bogotá, D.C.,

18 de junio de 2020 PROT: 6.1.3l-10

La coyuntura actual nos ha sorprendido con una situación que nos abruma por la envergadura de los hechos. De pronto, y sin previo aviso, un virus ha paralizado el mundo. En medio del temor ha dejado al descubierto una verdad primigenia: todo está profundamente interconectado. !Nos necesitamos! Solos no podemos. Lo que cada uno en su fuero privado decida, repercute de forma irremediable en el ambiente. La evidencia de que el cuidado de sí mismo tiene una consecuencia comunitaria-global es irrefutable. Ya no podemos pensar solo en lo propio, porque la pandemia nos ha situado en clave de solidaridad universal. La vida humana y el cuidado de nuestro hábitat común recobran valor más allá de nacionalidad, religión, etnia, historia y tradición. El imperativo Cuidado de las criaturas y por ende, de la Casa común adquiere un carácter de urgencia ineludible.

La celebración del Día Mundial del Ambiente (5 de junio) y de la memoria de la presentación oficial de la encíclica Laudato Si ́ hace 5 años (18 de junio), viene precedida de la celebración de la Semana Laudato Si ́ (16 – 24 de mayo) y enmarcada en la celebración del Año Laudato Si ́ hasta el 24 de mayo de 2021. En nuestro reciente subsidio “Bajo el mismo techo” (https://jimdo- storage.global.ssl.fastly.net/file/ac183a70-c663-4bb5-a9db- d082c1d24a96/Medio%20Ambiente_Subsidio%20CLAR.pdf) invitamos a las comunidades a considerar que el cuidado de la Casa Común comienza desde casa.

Frente a la urgencia por la vulnerabilidad sanitaria y económica, el antídoto está en nuestra propia identidad. Habitamos la casa de las seis tinajas y los cuatro vientos. Frente a la pérdida del sentido del convivir bajo un mismo techo, surge una mística que permite recuperarlo con todas sus implicaciones. Las casas mencionadas en el Nuevo Testamento son escenario de signos, prodigios y señales. Son un espacio de encuentro. La casa es el lugar de las relaciones, como dice la teología de la creación; la Vida Consagrada tiene que dar importancia en construir relaciones constructivas que generen vida para todos. La casa no es para acaparar, más bien es para abrirse a otros, es compartir, no es poseer, es hospitalidad.

Como en la Casa de Caná de Galilea, la intención mariana nos avisa que ya es la hora de romper la autorreferencialidad, trascender las coordenadas locales y abrirnos a la realidad sufriente de los sin techo, de quienes padecen sufrimientos al interior de sus casas, de este bello planeta azul que es nuestra gran Casa.

Esta hora está marcada por dos fuerzas que invaden nuestro tiempo y vida. La del virus, que nos amenaza, y la de la Laudato Si’, que nos da esperanza. Ambas muestran las profundas contradicciones de nuestro sistema (el ‘mundo’ del cual el Evangelio de Juan nos pide alejarnos). Ambas exigen una reconstrucción del sistema de relaciones a largo plazo: una regeneración.

La Iglesia primitiva germinó en las casas, pero casas que se abrieron, para recibir a la comunidad, perforando así los esquemas de protección y aislamiento de cada familia.

El post-pandemia deberá ser, por tanto, un camino del ‘quédate en casa’ a una efectiva ‘Iglesia en salida’, que con osadía va al encuentro de quienes la necesitan.

¿En salida para dónde? !Vamos a la Casa Común! Hoy el Vaticano ha presentado el documento “En camino para el cuidado de la casa común”. (https://www.youtube.com/watch?v=0mBrqb5pbwQ) con un interesante énfasis sobre los procesos educativos, pistas de buenas prácticas en algunos aspectos sensibles al daño en los ecosistemas e ideas para implementar la ecología integral propuesta por Laudato Si ́. Llama la atención la conexión entre ecología y economía, la invitación a la coherencia en el manejo de las finanzas, a la actitud profética para enfrentar el paradigma tecno económico denunciado por el Papa en el capítulo 3 de la encíclica y puesto en evidencia en el diagnóstico realizado en el proceso del Sínodo de la Panamazonía.

Es la hora para empeñarnos en que no siga el avasallante proceso de privatización de la vida. El espíritu de los cuatro vientos nos llama a reconstruir relaciones de gestión comunitaria de los bienes y territorios. La Casa es Común porque los bienes son comunes (el agua, la tierra, el aire, el tiempo, el trabajo…).

Es la hora de releer y reinterpretar la pobreza, obediencia y castidad en clave de una cultura del cuidado. Nuestra hora profética encuentra en este Año Laudato Si ́, una oportunidad privilegiada para vivir Laudato Si’ con sus implicaciones en la economía, educación, política, espiritualidad, liturgia, en fin, en la intimidad de la vida cotidiana (www.vivelaudatosi.org).

De tal forma que, siguiendo el ritmo del Horizonte Inspirador, reconociendo que es la hora de reparar nuestra Casa Común y conscientes de la misión de navegar cantando alabanzas al Creador con la música de Laudato Si ́ y la polifonía de voces recogidas por el Sínodo de la Panamazonía, como Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR) reiteramos el propósito de asumir una política de ecología integral en cada uno de nuestros ámbitos de acción (https://www.youtube.com/watch?v=GtOH1FqUkIE).

Para tal efecto, optamos por la coherencia comunitaria, bajo el mismo techo y espíritu de la casa Nazareth, en un permanente discernimiento sobre los hábitos de consumo, la selección de proveedores y la inversión ética de fondos. Nuestras casas son santuarios del cuidado mutuo como hermanas y hermanos. El autocuidado y la defensa de la integridad de la creación son dos expresiones complementarias de la paz que se basa en la justicia social y climática e incluye procesos de perdón, reconciliación, reparación y no repetición.

Asumimos como propia la tarea de impulsar el logro de los siete Objetivos Laudato Si ́ (OLS) en cada casa y en cada provincia. Que las tinajas rebosen de esperanza y los cuatro vientos nos empujen a planificar a siete años, el proceso de conversión comunitaria. Que comencemos por nuestras propias familias y los hogares que irradiemos con nuestros apostolados. Cada parroquia,

iócesis, colegio, universidad, empresa, finca, granja, hospital, clínica, centro pastoral, y en general, allí donde haya presencia de la Vida Religiosa, debe ser casa y escuela de comunión con Dios Creador en el cuidado de su creación (http://www.humandevelopment.va/content/dam/sviluppoumano/documenti/Laudato%20Si’%20 Anniversary%20Year%202020-2021%20-%20Spanish.pdf).

Es la hora de introducir prácticas de la ecología integral en las diferentes etapas de la formación de la Vida Religiosa.

Es la hora de proteger la vida de cada uno de los líderes y lideresas sociales que proféticamente defienden nuestros ecosistemas. Es la hora de la incidencia ciudadana en planes de ordenamiento territorial, políticas públicas, elección de gobernantes y en general, configuración del Estado para que respete los Derechos Humanos y del Ambiente.

Desde ya propongámonos que, después de esta cuarentena, todo evento, seminario, encuentro propiciado por la CLAR o en los que la CLAR sea artífice, se sigan parámetros de gestión ambiental responsable, como por ejemplo, las propuestos por el Programa Bandera Azul Ecológica Eclesial, el Movimiento Católico Mundial por el Clima, la Iglesia Verde de Francia, y de manera especial la Plataforma para promover los Objetivos Laudato Si ́ planteada por el Dicasterio al servicio del Desarrollo Humano Integral, que ofrecen una guía metodológica para consolidar una respuesta institucional apropiada a la gravedad y complejidad de la situación socio ambiental.

Es la hora de las alianzas, de las redes, de la sinodalidad, porque nuestro testimonio del Evangelio vivo, se concretiza en la especificidad de cada territorio. Por tal razón, incluiremos en nuestras agendas, la actitud e interés de tejer e interligar, las relaciones entre los seres humanos y su entorno, para que el vino bueno no falte jamás en la Pascua de la creación, de la que somos arte y parte.

La fiesta no puede acabar…

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