La Vida Consagrada en clave de futuro, comunión y pertenencia

Por Red de Educación CIRM

Los consagrados somos los cristianos que queremos vivir la consagración del bautismo; es decir, nuestra condición de hijos de Dios y de ciudadanos del Reino, en toda su radicalidad; llevando hasta las últimas consecuencias las exigencias implícitas del bautismo.

El próximo 2 de febrero, en la festividad litúrgica de la presentación de Jesús en el templo y de la purificación de María, daremos gracias por el don de la vida consagrada; desde la Red de Educación de la CIRM, nos unimos a este festejo y les proponemos un texto para reflexionar sobre nuestra consagración; este escrito está adaptado de una conferencia del P. Luis Alberto Gonzalo Díez sacerdote claretiano, para las CCVI, misma que fue impartida el pasado 17 noviembre de 2021.

Tenemos muchas formas de acercarnos al poliedro que es le vida consagrada; los consagrados existimos, porque la vida de la Iglesia y la sociedad misma tienen necesidad de personas capaces de entregarse totalmente a Dios y a los otros por amor de Dios; personas que se jueguen la vida para que los otros tengan vida y esperanza. Reflexionemos entonces, en clave de futuro, comunión y pertenencia.  

El futuro es inédito y al ser un futuro inédito, porque está en el corazón el Espíritu, es también para nosotros un futuro incierto; que sea un futuro incierto no significa en absoluto que sea un futuro imposible; nosotros somos personas que confiamos más en el porvenir, estamos en las manos del Espíritu, creemos que es Él el que guía, el que rige, el que gobierna, el que orienta, el que inspira, el que acompaña.

Este sabernos en las manos del Espíritu, provoca también, en quienes somos consagrados, el fruto de la esperanza, la pregunta es, si ante este futuro inédito e incierto ¿Estamos ya viviendo la diferencia? ¿O sigue todo igual?

Por otro lado, necesitamos que nuestra propia vida esté en una clave clara de comunión. En la vida consagrada no hay carencia de buenas ideas, pero sí hay un déficit muy notable para ponernos de acuerdo.

Necesitamos abrirnos a una experiencia de novedad tan sorprendente que nos lleve a entender que puede haber otra idea en el seno de la congregación que, siendo diferente a la mía, también es buena. En esto está la innovación y la auténtica comunión.

Este punto nos permite analizar cómo escucho habitualmente a cada hermana, qué provoca en mí, qué pienso cuando la oigo y sobre todo cómo actuó después de haberla escuchado.

Cabe aclarar que la idea no es saber cómo reaccionan mis hermanas, sino qué es lo que yo siento; frecuentemente nuestros análisis en crecimiento en vida comunitaria los centramos en cómo son las reacciones de los demás respecto a mí, la pregunta interesante es ¿Cómo reacciono yo? ¿Qué sentimientos internos provoca el contraste, el encuentro, el discernimiento, el diálogo con mis hermanas?

Para finalizar, tocaremos el tema de la pertenencia; resulta que últimamente hemos reflexionado mucho en la Vida Consagrada sobre este tema, desgraciadamente, los textos sobre pertenencia se emiten en algunos lugares, tienen una insistencia constante sobre la parte jurídica (esa está clara) la pertenencia en un papel, en una corporación, en un grupo que jurídicamente nos facilita y también nos obliga, no es la pertenencia de vida.

La pertenencia de la que estamos hablando no es una suerte de propiedad, sino una pasión, una fuerza interior, una fuerza mística que me lleva a pensarme y sentirme desde unas claves concretas, determinadas, por eso es muy conveniente que nos preguntemos qué significa de manera real, de manera afectiva, de manera enamorada pertenecer a esta congregación, cómo la siento y cómo no la siento; cuáles son sus verdades y cuáles son sus debilidades. 

Hay personas que creen que no es bueno reparar en las debilidades de la Institución, porque reparar en las debilidades es algo así como no amarla; cuando alguien se enamora de verdad, es consciente de la realidad compleja de la persona de la cual se enamora. Nosotros somos conscientes, al enamorarnos de un carisma, de que este carisma siempre ha sido salvación para la humanidad; pero ha estado siempre sujeto, depositado en vasijas de barro, en vasijas frágiles. Ver la debilidad, no significa no amar, sino integrarla antropológica y vitalmente.

Por otro lado, la pertenencia ciega, es una suerte de fanatismo y todos sabemos que uno de los graves problemas de nuestra historia son los movimientos fanáticos, la pertenencia por el contrario, es cordial, es dialogada, es creciente, va evolucionando, conforme a nuestra vida y a nuestra edad, es fecunda, apunta siempre a la novedad, no apunta al pasado, un buen criterio para saber que estamos haciendo un discernimiento correcto sobre la pertenencia en clave espiritual, es que pensemos siempre en misión y entrega y no pensemos en lugares, en cargos, en servicios.

Con estas reflexiones del Padre Luis Alberto, queremos hacer camino con todas las personas consagradas; somos reflejo de la luz de Cristo y estamos llamados y llamadas a iluminar, consumirnos, desgastarnos por Jesús.

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