
02 de febrero 2023
MENSAJE A LA VIDA CONSAGRADA EN MÉXICO
“Mira que ya has oído mi mandato, hijo mío el más pequeño, anda y pon todo tu esfuerzo»… -de muy buena gana iré a cumplir tu mandado; de ninguna manera dejaré de hacerlo ni tengo por penoso el camino. Iré a hacer tu voluntad.
Nicam mopohua
Muy queridas hermanas y hermanos consagrados:
Al celebrar el día de la Vida Consagrada, en este día de “la luz”, la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos y Religiosas en México -CIRM-, hace extensiva a la iglesia y sociedad mexicana nuestra gratitud a Dios por el don recibido, al haber acogido la llamada de seguir a Jesús, “Luz que vence las tinieblas” y proyecto encarnado del Padre para la humanidad herida.
Al igual que Juan Diego, en estas tierras que nuevamente sufren la desolación ante la inseguridad y las diversas violencias a causa de una cultura de inequidad; del narcotráfico y la impunidad, así como de otros tantos males que nos aquejan, nos sabemos en camino, y como él, confirmamos nuestro deseo y compromiso de vivir las cosas de Dios en medio de una sociedad que lo niega y vive de espaldas a su proyecto de igualdad, justicia y fraternidad.
Como Juan Diego y las Mujeres del Alba, salimos en busca de la vida, con el corazón en vilo y la esperanza como antorcha, así, cruzamos la noche y en la madrugada nos encontramos con Jesús Resucitado, aquél que trae Santa María de Guadalupe en su vientre, en su mensaje y en su propuesta que se hace posible en la vivencia de una identidad y de la conformación de un pueblo unido bajo el regazo de la Madre que nos impulsa a “construir” una familia inclusiva, rica en su diversidad y decididamente unida y solidaria con el que más sufre.
Caminar de ida al encuentro con el Resucitado y caminar de vuelta con la fe y el amor encendidos nos convierte en luz para nuestras propias existencias y en luz para la sociedad que anhela y necesita encontrar la verdad y la auténtica felicidad.
Este camino implica recibir la luz y dejar que esa Luz que es Cristo y su proyecto ilumine las zonas que se han oscurecido de esta nuestra condición frágil y vulnerable; para que a la luz de su Luz emprendamos con todo nuestro esfuerzo, procesos de conversión y coherencia de vida; esto implica adentrarnos en los entresijos de nuestra condición humana en dependencia de Dios e interdependencia con las otras y otros, nuestros hermanos y con todo lo creado. Implica que desde la mirada de Dios podamos acogernos con misericordia y ternura y nos pongamos en camino en la construcción de una nueva sociedad, de una casita, donde se viven los valores del diálogo, equidad, solidaridad, justicia, verdad y libertad; una casita de puertas abiertas para acoger, validar e incluir lo diverso como parte en la construcción de la familia de Dios y sus proyectos de atención de los más excluidos.
Que hoy, al caminar en procesión con nuestra luz encendida, seamos portadoras y portadores de una propuesta, la propuesta de Dios Padre que ofrece esperanza a quienes viven situaciones extremas de dolor y se hace amor para todos los que han sido excluidos de él, que nos hagamos prójimos, próximos con gestos concretos de escucha, comprensión e impulso de vida.
Que hoy, al celebrar nuestra consagración caminemos conscientes de nuestra fragilidad y conscientes del actuar de Dios que hace nuevas todas las cosas y fortalece nuestra debilidad para hacerlo presente.
A todas y todos, un abrazo para que así caminemos juntas y juntos, en el proceso sinodal de la Iglesia; seamos portadores de luz desde los diferentes carismas de nuestros institutos que alumbran a la iglesia y sociedad y que en ninguna manera dejemos de hacer el bien y seamos obedientes al proyecto del Padre para nuestro país.
Además de agradecer sus gestos celebrativos por este día, les pedimos a nuestros pastores y a la iglesia y población mexicana, oren por nosotros, para que seamos fieles al don recibido y enfrentemos juntos, desde nuestras vocaciones diversas y nuestro ser creyente, el desafío de esta hora de la historia.
Santa María de Guadalupe, primer sagrario y primera discípula del Señor ilumine también nuestro caminar y celebremos así con humildad el día de la Vida Consagrada.
En un mismo corazón:
Hna. Juana Ángeles Zárate Celedón, CSC
Presidenta de la CIRM
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