Jornada de Vida Consagrada 2018

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María, la de Jesús

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JORNADA DE LA VIDA CONSAGRADA

JORNADA DE VIDA CONSAGRADA 2018

JORNADA DE VIDA CONSAGRADA

PARA LA LECTURA PERSONAL

PARA VINO NUEVO

PRESENTACIÓN A VINO NUEVO ODRES NUEVOS

Reflexión personal julio 29

SER HERMANA-O MENOR DE TEMPLE

SIGNOS DE MUERTE FRATERNA

Vino nuevo, odres nuevos

SAN JOSÉ EJEMPLO DE EDUCADOR

Ma. Guadalupe Torres Villagómez, hj

Miembro de la Red de Educación CIRM

Desde muy temprana edad me ha llamado la atención la figura de San José. Después al ingresar a la Congregación de Hermanas Josefinas se ha acrecentado el interés por conocerlo y profundizar en su vida, misión y virtudes en las que más se distingue. También he llegado a la convicción de que no se puede separar a Jesús y a María al hablar de San José. José vive su vocación y realiza su misión en el seno de la familia de Nazaret, acogiendo en fe a María y a Jesús. Vivamos nuestra vocación y misión de Educadores (as) fomentando un estilo familiar como en la familia Nazaret.

José con Jesús y María son nuestros modelos en acoger el Plan de Dios. Toda su vida es una vida de obediencia y escucha de la voz de Dios. San José no conocía el misterio obrado en María, pero como era un hombre justo y no quería perjudicarla decide abandonarla en secreto. El mensaje del ángel: «No temas recibir en tu casa a María, tu esposa; pues, ciertamente, lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo” (Mt. 1,20) cambia sus planes. José acoge a María, la respeta, la cuida, la acompaña. El proyecto de Dios en su vida era ser esposo de María y padre de Jesús. Y José, el hombre justo y prudente, responde en total obediencia al plan salvífico de Dios, acogiendo la voz del ángel del Señor, llevándose a María a su casa. En su silencio y contemplación es modelo para nuestra oración. José acoge la Palabra de Dios hecha humanidad, Jesús. La hace vida de su vida y se entrega totalmente al servicio de María y de Jesús. En el silencio y la contemplación de la Palabra descubrimos, como él, el querer de Dios en nuestras vidas.

Quiero compartirles algo de nuestra página evangélica, y que constantemente reflexionamos y oramos como hermanas Josefinas y trabajamos cada día para que nuestras comunidades y cada hermana josefina seamos verdaderas copias del Hogar de Nazaret, distinguiéndonos sobre todo en la acogida en fe a ese Jesús que se hace presente en nuestras Hermanas, en todas las personas que se acercan a nosotras, por ser lugares de encuentro, de diálogo, de puertas abiertas, corazón disponible para recibir a todos con alegría y sencillez y por nuestro testimonio, expresión de madres, maestras y amigas, en este mundo marcado por la violencia, la intolerancia, el maltrato.

José es Patrono de la Iglesia universal, custodio de todo el Pueblo de Dios y de toda la humanidad. José acoge a María y a Jesús y en ellos a la Iglesia. Es modelo de esperanza y de confianza en Dios que nos mantiene firmes ante las dificultades y nos fortalece en la fe afrontando con valentía los retos de hoy.

Como educador, José es modelo y ejemplo para cuidar la vida y ayudar a crecer a Jesús en nosotras y en los demás. Él cumplió el hermoso papel de guía y maestro para el Niño a él confiado. Nuestra misión es hacer crecer en los niños, adolescentes y jóvenes a Jesús y acompañar su proceso de crecimiento con sabiduría a través de nuestro testimonio evangélico; de modo que sean capaces de transformar el mundo cultivando los valores de la paz, la fraternidad, justicia y solidaridad.

Con frecuencia reflexiono en Jesús que es hombre, que habla con el acento de una región determinada de Israel, que se parece a un artesano llamado José, ese es el hijo de Dios; pero es realmente hombre, y vive normalmente: primero como niño, luego como muchacho, que ayuda en el taller de José; finalmente, como un hombre maduro, en la plenitud de su edad. Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los Hombres. (Lc. 3, 52) Jesús debía parecerse a José: en el modo de trabajar, en rasgos de carácter, en la manera de hablar. En el realismo de José, en su espíritu de observación, en su modo de sentarse a la mesa y de partir el pan, en su gusto por exponer la doctrina de una manera concreta, tomando ejemplo de las cosas de la vida ordinaria, se refleja lo que ha sido la infancia y la juventud de Jesús y, por tanto, su trato con María y José.

Con María José estaba destinado a ofrecer al Niño, para su crecimiento, una vida familiar, santuario de amor y cuna de la vida que acoge para su crecimiento y educación. Era precisa la influencia educadora no sólo de una madre, sino también de “aquél que a sus ojos representaba más especialmente al Padre celestial, que le había enviado para ser acogido en su familia bajo su autoridad y su amor paterno. En José, Jesús podía reconocer la imagen de Padre. De manera que José no sólo ha contribuido al desarrollo humano del Niño de Nazaret, sino que le ha ayudado a comportarse como el Hijo del Padre, que le había enviado como Redentor al hogar de José, para que lo educara, preparándolo para su misión redentora.

Guiemos con José y María a nuestros alumnos a esta escuela de Nazaret “…escuela de iniciación para comprender la vida de Jesús. La Escuela del Evangelio. Aquí se aprende a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido tan profundo y misterioso, de aquella simplísima, bellísima manifestación del Hijo de Dios…En esta escuela se comprende la necesidad de tener una disciplina espiritual, si se quiere llegar a ser alumnos de Evangelio y discípulos de Cristo…Renazca en nosotros la valorización del silencio, al estar aturdidos por tantos ruidos, tantos estrépitos, tantas voces ruidosas… silencio de Nazaret , enséñanos el recogimiento, la interioridad, la aptitud de prestar atención a las buenas inspiraciones y palabras de los verdaderos maestros, enséñanos la necesidad y el valor de la preparación, del estudio, la meditación, de la vida personal e interior…” (Pablo VI en su visita a Nazaret 05/01/1964)

Confiamos a San José a los jóvenes para que se encuentren de verdad con Jesús, se despierten en ellos deseos de seguir sus huellas y ser jornaleros de su viña.

Pongamos bajo el amparo de José y de María a nuestros niños y adolescentes, para que, así como él educó a Jesús, sepamos nosotras ayudar a nuestros pequeños a crecer en estatura, sabiduría y en gracia. Y presentémosle a todas las familias para que san José cuide de ellas como lo hizo con la familia de Nazaret.

 

EDUCAR AL ESTILO DE JESÚS

Los tiempos que corren no son para cruzarse de brazos sino todo lo contrario. Nosotros, como educadores, hoy más que nunca, la realidad nos grita y nos demanda una práctica educativa que contribuya a la transformación de nuestro mundo para que llegue a ser más humano, más fraterno, más de acuerdo con el sueño de Dios.

Para ello, como educadores, apostamos por: crear relaciones de paz y concordia frente a la violencia; crecer en el aprecio de la sencillez y la belleza de la vida en un mundo complicado y de apariencia artificial; favorecer el consumo responsable frente a un mundo de competencia y consumismo insaciable; crecer en solidaridad, justicia y compasión, ante el individualismo y la indiferencia, tener una postura ética, comprometida y activa frente a la mala distribución de los bienes; promover una educación que humanice ante una cultura deshumanizante, acelerada por la tecnologización; formar a la apertura, tolerancia y aceptación de la diversidad en medio de una sociedad intolerante y excluyente; educar en interioridad, y criticidad en un mundo donde prevalece la superficialidad, el ruido y la indefinición; potenciar una conciencia ecológica comprometida con el cuidado de la creación, frente al deterioro de la naturaleza.

Somos educadoras por vocación y, como tales, estamos invitadas a crear en nuestros corazones y en toda nuestra integralidad, espacios de transparencia y de humanidad que nos lleven a vivir como Jesús, una acción educadora que transforme.

Si retomamos el pasaje del Evangelio de Marcos 3,1-6, de la curación del hombre de la mano paralizada, encontramos unos rasgos que nos invitan a reflexionar sobre nuestro actuar como educadoras.

Jesús entró de nuevo en la sinagoga y había ahí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: “Levántate ahí en medio”. Y le dice: “¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?”. Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: “Extiende tu mano”. Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle”.

Lo primero que hizo Jesús fue entrar. Como educadoras, no podemos quedarnos afuera de la realidad que viven nuestros alumnos. “Jesús entró de nuevo en la sinagoga”

Lo siguiente, es la importancia de percibirla, notarla, darse cuenta y partir de esa realidad. “había ahí un hombre que tenía la mano paralizada”, estaban también los fariseos que “estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle”. La realidad siempre es compleja y en ella encontramos distintas fuerzas y dinámicas en tensión.

Luego Jesús dice al hombre que tenía la mano seca: “Levántate ahí en medio”. Para Jesús lo que importa es la persona: saca al hombre de su marginación y lo pone en el centro.

Jesús le hace una pregunta: “¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?”. Es una pregunta más bien dirigida a los fariseos y las personas reunidas en la sinagoga. ”Pero ellos callaban”… Jesús nos muestra el valor de la pregunta, pone en la balanza la vida ante la ley.

Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón”… Como educadores no podemos evadir los sentimientos, son ellos una fuerza que bien llevados nos humanizan. Es importante educar con firmeza, con ternura y con amor.

Jesús le dice al hombre: “Extiende tu mano. Él la extendió y quedó restablecida su mano”. Aquí nos muestra Jesús la importancia de hacer ver a la persona lo que necesita sanar y que la propia persona sea la actúe.

  • En este texto, Jesús nos algunas líneas para nuestra práctica educativa: Entrar en la realidad y partir de ella.
  • Poner en el centro a la persona, incluirla en la comunidad
  • Discernir entre los valores que dan vida y aquello que produce la muerte
  • Escuchar nuestros sentimientos y nuestra propia vida, para educar con firmeza, con ternura y con amor
  • Permitir que la persona sea quien “extienda la mano”, quien asuma su realidad y su propio crecimiento.

Que Jesús nos muestre el camino en esta apasionante tarea de educar, de cuidar la vida, de hacerla crecer.

Luz Gutiérrez Hermosillo, rscj

Miembro de la Red de Educación CIRM

Programa de Acompañamiento Psico-espiritual centrado en la Re significación y Revitalización del Sentido de la Vida Consagrada

La Conferencia de Religiosos de Colombia, partiendo del plan global y de la comisión de formación, busca crear escenarios individuales, espirituales, vivenciales y existenciales para apoyar algunas realidades actuales de los religiosos y las religiosas en situaciones de conflicto en los que se presenta una mayor necesidad de discernimiento y fortalecimiento en la opción vocacional. El programa de acompañamiento psico-espiritual, Como Vasija de Barro, responde a un abordaje que requiere nuevos escenarios interdisciplinario, propicios para resignificar y revitalizar el sentido de vida consagrada, orientados al crecimiento centrado en la identidad, en lo emocional- afectivo, en las relaciones y fortalecimiento de la vida espiritual.

Más información http://crc.org.co/images/PDF/2018/programa2018/Vasijasdeb.pdf

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Compromiso Cristiano ante las elecciones

img_5856.jpgH. Ma de Lourdes Pank, messt

Interesarnos por el proceso electoral y votar el día de las elecciones, es un compromiso, un derecho y una obligación ciudadana y cristiana. Y este compromiso supone conocimiento y un “discernimiento crítico que nos permita optar en conciencia por quienes puedan realizar en lo posible el auténtico bien común”. 1

Teniendo en cuenta que nuestra decisión debe ir respaldada por los valores del Evangelio y encaminada a la búsqueda de una vida más digna y justa para todos, especialmente para los que menos tienen, para nuestros hermanos excluidos, para los olvidados de la sociedad.

Participando es como aportaremos nuestro granito de arena en la transformación de nuestra Patria.

Es por eso que, los invitamos a que una vez pasadas las elecciones, gane quien gane, sigamos participando con responsabilidad independientemente de que el elegido sea el partido de nuestra preferencia o no, porque nuestro compromiso será con México, con los pobres, con la verdad, con la causa de Jesús.

A nosotros, los cristianos, nos toca cumplir con nuestro deber como ciudadanos, trabajar por el México que queremos y exigir a quienes gobiernen que busquen con sus acciones y honestidad el bienestar del pueblo.

Pero eso sólo lo lograremos siendo cada uno sujetos de unidad y no de división. Es importante asumir con madurez la decisión de la mayoría, promover la no violencia y dar un testimonio de paz y unión ante los resultados de la elección.

Vayamos pues a las urnas sabiendo que está en juego el presente y futuro de muchas generaciones y que quien gana o pierde es México y los mexicanos y no un partido político.

Por último, los invitamos junto con los Obispos mexicanos a ”orar en familia y en comunidad: para que la jornada electoral se realice, en paz y armonía, y sea al mismo tiempo, una gran ocasión para que desde la fe todos podamos mostrar nuestro compromiso con México”.2

RED DE EDUCACIÓN CIRM

1Participar para transformar. Mensaje de los obispos mexicanos con motivo del proceso electoral 2018

2 Ibid